Cuando uno empieza algo con ilusión, cuando lo hace como entretenimiento, cuando le nace dedicar a ello unas horas de su día a día, todo va bien. Sin embargo, cuando se convierte en una obligación, o al menos esa es la sensación que se tiene, uno acaba por no encontrar el momento de hacerlo, por no ver nunca el hueco en la agenda necesario para dedicarse a ello.
Y eso es lo que me ha pasado con el blog. Siempre he escrito en él cuando me ha apetecido, y entraba con ilusión a todos y cada uno de los que tengo en mis fuentes y favoritos para leer los nuevos acontecimientos, pero ahora se me pasan los días sin haber podido entrar a leeros y me siento mal. Y si me siento mal es porque ya no es un hobbie, sino una obligación. Y, francamente, bastantes obligaciones tengo ya fuera de la red como para imponerme nuevas online. No. No voy a pasar por ahí.
Ahora mis días pasan volados con Xavi en casa, y no tengo tiempo ni de mirarme al espejo (que no es algo que hiciera antes frecuentemente, pero es un decir, you know). Quizá cuando Xavi vaya a la guardería o yo vuelva a trabajar, o cuando se eche novia/o y decida independizarse… no sé. No sé cuándo volverá el tiempo a mi vida, puede que mañana mismo, o nunca, pero lo que no puedo consentirme es verme obligada a seguir con esto.
Esto no es un hasta nunca, sino un hasta luego. Seguiré leyéndoos en la medida que me sea posible, y puede que no comente, pero estaré ahí. (A Xavi le encanta oírme leer, así que pensad bien lo que escribís, que le será leído en voz alta al churumbel :) y volveré. Ya he dicho que quizá sea mañana, o quizá dentro de un año, pero ahora, hoy, en este momento, no me siento capaz.
Os quiero. A todos. Gracias por haber estado conmigo durante todo este tiempo. ¡Nos vemos!
Salud,
Nür