No sé si soy buena madre. En serio, no lo sé. No me siento “madraza” y no me veo como tal. Escucho a amigas desvivirse por sus hijos. Hablar de ellos como si todo fuera perfecto y de color de rosa. Muriéndose por encontrar minutos para estar con ellos, y yo… no soy así.
Amo a Xavi Beruk. Lo quiero con locura. Es mi hijo, mi bebé, mi cosa bonita y sé que a día de hoy no podría vivir sin él; pero de ahí a sentir una total dependencia hacia o para con él hay un paso. Quiero decir que no me duele dejarlo unas horas de más con alguien y tener tiempo para mí. ¿Soy egoísta? Puede ser. Pero no me duele e incluso agradezco que se ofrezcan a llevárselo una tarde. Puedo estar sin él un tiempo y no quiere decir que lo quiera poco. Por eso no sé si lo estoy haciendo bien. Si quizá no estaba preparada para ser madre. Si es algo que me supera o es que todavía no se me ha despertado el instinto.
No me cuesta ni me sabe mal decir las cosas malas, las rachitas “hostiables” que tiene Xavi, y parece ser que eso no se debe decir. Que a una le tiene que parecer que su hijo es el mejor de los mejores y que todo lo hace estupendamente bien. Pues lo siento, pero si mi hijo tiene una época hostiable lo digo porque es así y así lo siento. ¿Soy menos madre? ¿soy mala madre? Eso es lo que no paro de preguntarme; quizá si estuviera preparada para ser madre me saldría solo eso de verlo todo bien y las cosas malas se perderían en algún lugar de la (des)memoria y no saldrían a la luz.
No sé. Hay días que me pregunto si a Xavi Beruk le llega el amor que le tengo. Si, a pesar de mi forma de ser, entiende que es un pilar indispensable en mi vida…
Salud,
Nür.