Cada año me encuentro con esta foto. Y cada año, al verla, me acuerdo de ti. A veces teniéndote a mi lado, otras, lo más lejos posible.
Porque así fue lo nuestro: un ir y venir. Un estar y no estar. Un te quiero y te odio. Un ojalá haberte conocido antes. Un ojalá no haberte conocido nunca.
Hace meses decidí olvidarte y no he podido hacerlo: ¿Cómo, si parte de lo que soy te lo debo? ¿Cómo, si lo que sé de fotografía, montaña, mar, naturaleza, aves, lobos, cetáceos y osos lo aprendí de ti?
No puedo olvidarte pero ya no te lloro. No puedo olvidarte pero ya no te extraño.
Agradezco que hayas existido y me hayas enseñado tanto. Tantas cosas buenas y tantas otras no tan buenas. Me enseñaste a tomar las riendas de mi vida, aunque de manera un tanto peculiar, visto ahora en la distancia.
Y te quise. Joder, que si te quise... Hubiese dado la vida por ti, pero te encargaste de enseñarme, también, que la vida no se da por absolutamente nadie.
Y me encuentro con esta foto, y te recuerdo, y te escribo aunque no vayas a leerme, y te digo que te quise más que a nadie nunca, y que, a pesar de todo, sigo pensando aquello. Aquello que a veces te gustaba escuchar y otras no.
No sé dónde estás, pero de verdad espero que seas feliz.
Un abrazo, amigo.
Gracias por tanto.
------------------------------------------------------------------------------------------
3/4/18
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Que bonito. Ojala pudiera leerte tu amigo, seguro que recordaría todo lo que vivisteis juntos y se le escaparía una sonrisa..
Gracias. Ojalá. Un abrazo.
Publicar un comentario