Es tan fácil dar consejos a los demás. Es tan y tan sencillo decirle a alguien “olvídate, no te merece la pena”. Pero en realidad, qué difícil es distanciarse de alguien a quien, a pesar de todo, aprecias. Qué difícil es practicar el desapego.
El sábado fue un día fantástico. Quedé con mi grupo de amigas del instituto. Hace muchos años que dejamos el instituto y aún estamos las cinco unidas. A pesar de la distancia. A pesar de que cada una ha llevado su vida por un camino totalmente diferente. A pesar de que ni un sólo año de instituto coincidimos todas en la misma clase.
Me gusta el rollo que nos llevamos las cinco. Cualquiera que nos vea se preguntará cómo podemos ser amigas, pues somos totalmente diferentes. Quizá sea eso lo que nos une, aunque nunca he creído que los polos opuestos se atraigan – en lo que se refiere a personalidades, claro, que yo en las leyes de la física no me meto –.
Esta entrada se la dedico a una de ellas. La que no sale en la foto porque fue ella quien la hizo. Cada una me es especial de alguna manera, ella me es especial-especial, y eso es algo que no sé ni quiero explicar.
Mimi, mañana hará dos años que te lo dije. No te lo había dicho nunca, y mientras te daba la liga te lo dije: eres especial y te quiero. Te quiero porque vives a 180Km de mi casa y vienes a verme cada vez que tienes un hueco en la agenda. Porque fuiste la primera persona que conocí en el instituto. Porque hacíamos pellas para irnos a jugar con el paint (¡señor, qué tiempos!) al despacho de tu padre en la facultad de matemáticas. Porque si te digo que estoy mal me llamas cada día a ver cómo me encuentro.
Y no quiero que sufras. Y todas las cosas que te dijimos, y que te dije quizá algo subida de tono, el sábado son por tu bien. Porque esas personas no te favorecen. Porque no hacen que tu vida sea mejor, sino que la empeoran. Porque no queremos que sufras. Porque no te lo mereces. Porque no es justo que siempre estés mal. Que sólo pienses en él cuando él no te corresponde, y te hace daño adrede. Porque no queremos que sigas quedando con ella cuando lo único que hace es restregarte en las narices que se cree mejor que tú (no lo es). Porque deberías ver que no son más que compañeros de trabajo. Que ya es suficiente que los tengas que aguantar 7 horas al día, como para encima pensar que son los únicos con los que puedes quedar para salir…
Y esto es a lo que me refiero al principio, esto es lo que digo que es fácil de decir. Es sencillo. Puedes gritárselo a alguien, aún a sabiendas que es prácticamente imposible caer del burro ¿o no?.
Salud,
Nür
PD: ¡Conseguido! Como bien dijo Pilar en su comentario, el programita del que os hablaba en la otra entrada es el Live Writer (se puede descargar aquí), y es una maravilla! Las fotos, los interlineados… ¡todo lo controlas tú y no blogger! Lo único que me falta es averiguar el tema de las “etiquetas”… Seguiremos informando.